"Si hay algo de lo que no me río, algo sobre lo cual Lacan estaba reglado en su relación a la locura (pero esta posición no es absolutamente excepcional, no lo es sino relativamente), algo que lo habitaba desde el inicio hasta el último final, digamos desde Marguerite Anzieu a James Joyce, era, permítanme que se los diga, lo que yo había escuchado en el rumor Lacan, a saber, que sabía, en su práctica, no saber. Más precisamente todavía, y todos sus seminarios y presentaciones de enfermos lo testimonian por igual, sabía no saber lo que Lacan pensaba. Sabía, y mucho, cuando eso se imponía, reírse, de Lacan" Jean Allouch.

lunes, 30 de abril de 2012

El odio a la música. Pascal Quignard

En Francia fué publicado en 1996 y por ello, lo encontramos citado en otro libro que trata de la relación entre música, danza y estructura subjetiva: Invocaciones (Dionisos, Moisés, San Pablo y Freud), de Alain Didier-Weill.

En la página 15 nos encontramos con la siguiente tesis, plena de sugerencias para nuestra investigación: "En los instantes habituales, podríamos definir la música: algo menos sonoro que lo sonoro. Algo que sedimenta lo ruidoso. (Para decirlo de otra manera: una pizca de sonoro ligado. Una pizca de sonoro cuya nostalgia pretende habitar lo inteligible. O este monstrum más simple: un trozo de sonoro semántico desprovisto de significado"

En un artículo de Página 12 del 29 de marzo de este año nos encontramos con algunos párrafos del libro. Quien quiera acceder haga click aquí.

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